El arrepentimiento nos enseña cómo alimentar la rectitud mientras eliminamos los comportamientos pecaminosos. Ayúdate con estos versículos bíblicos sobre el arrepentimiento.
Pero ha llegado el momento en que Dios, pasando por alto el tiempo de la ignorancia, manda a todos los hombres, en todas partes, que se arrepientan.
Si mi pueblo, el que es llamado con mi Nombre, se humilla y suplica, si busca mi rostro y se convierte de sus malos caminos, yo escucharé desde el cielo, perdonaré su pecado y haré que su país se restablezca.
Por lo tanto, hagan penitencia y conviértanse, para que sus pecados sean perdonados.
Pedro les respondió: «Conviértanse y háganse bautizar en el nombre de Jesucristo para que les sean perdonados los pecados, y así recibirán el don del Espíritu Santo.
El señor no tarda en cumplir lo que ha prometido, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos y purificarnos de toda maldad.
A partir de ese momento, Jesús comenzó a proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca».
Entonces buscarás al Señor, tu Dios, y lo encontrarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma. Y cuando estés angustiado, porque te habrán sucedido todas estas cosas –al cabo de los años– volverás al Señor, tu Dios, y lo escucharás. Porque el Señor, tu Dios, es un Dios misericordioso, que no te abandonará, ni te destruirá ni se olvidará de la alianza que estableció con tus padres mediante un juramento.
Por eso me retracto, y me arrepiento en el polvo y la ceniza.
Yo le he dado tiempo suficiente para arrepentirse, pero ella no quiere dejar de fornicar. Por eso, la arrojaré en un lecho de dolor, y someteré a sus compañeros de adulterio a una prueba terrible, si no se arrepienten de sus obras.
Cuando el profeta Natán lo visitó, después que aquel se había unido a Betsabé. ¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí.
Pero ustedes, queridos hermanos, no deben ignorar que, delante del Señor, un día es como mil años y mil años como un día.
Oigo muy bien a Efraím que se estremece de pesar: «Me has corregido, y yo acepté la corrección como un ternero no domado. Conviérteme y yo me convertiré, porque tú, Señor, eres mi Dios. Sí, después de apartarme, me arrepentí, y al darme cuenta, me he golpeado el pecho. Estoy avergonzado y confundido, porque cargo con el oprobio de mi juventud». ¿Es para mí Efraím un hijo querido o un niño mimado, para que cada vez que hablo de él, todavía lo recuerde vivamente? Por eso mis entrañas se estremecen por él, no puedo menos que compadecerme de él.
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.
Les aseguro que, de la misma manera, se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierte»
Tú les dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: Vuelvan a mí y yo volveré a ustedes, dice el Señor de los ejércitos.
Desgarren su corazón y no sus vestiduras, y vuelvan al Señor, su Dios, porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y rico en fidelidad, y se arrepiente de tus amenazas.
Yo corrijo y comprendo a los que amo. ¡Reanima tu fervor y arrepiéntete!
Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó».
Tal vez escuchen y se conviertan de su mal camino; entonces yo me arrepentiré del mal que pienso hacerles a causa de la maldad de sus acciones.
Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe.
Pero la nación de la que hablé se convierte de su maldad, entonces me arrepiento del mal que había pensado infligirle.
Instando a judíos y a paganos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús.
«Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca».
Por tu obstinación en no querer arrepentirte, vas acumulando ira para el día de la ira, cuando se manifiesten los justos juicios de Dios.
Después de escuchar estas palabras se tranquilizaron y alabaron a Dios, diciendo: «También a los paganos ha concedido Dios el don de la conversión que conduce a la Vida».
Produzcan el fruto de una sincera conversión.
Y añadió: «Así esta escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de todo esto.
Y a pesar de todo recayeron, es imposible renovarlos otra vez elevándolos a la conversión, ya que ellos por su cuenta vuelven a crucificar al Hijo de Dios y lo exponen a la burla de todos.
Produzcan los frutos de una sincera conversión, y no piensen: «Tenemos por padre a Abraham». Porque yo les digo que de estas piedras Dios puede hacer surgir hijo de Abraham. El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego».
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión.
Debe reprender con dulzura a los adversario, teniendo en cuenta que Dios puede concederles la conversión y llevarlos al conocimiento de la verdad.
Este comenzó entonces a recorrer toda la región del río Jordán, anunciando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
A él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
Por el contrario, dirigiéndome primero a los habitantes de Damasco, luego a los de Jerusalén y de todo el país de Judea, y finalmente a los paganos, les prediqué que era necesario arrepentirse y convertirse a Dios, manifestando su conversión con obras.
¿O desprecias la riqueza de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, sin reconocer que esa bondad te debe llevar a la conversión?
Porque así habla el Señor, el Santo de Israel: En la conversión y en la calma está la salvación de ustedes; en la serenidad y la confianza está su fuerza. ¡Pero ustedes no lo han querido!
Así se presentó Juan el Bautista en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados.
Tengan en cuenta mi reproche: yo voy a abrirles mi corazón y les haré conocer mis palabras.
Recuerden que después, cuando quiso heredar la bendición de su padre fue rechazado, y por más que la imploró con lágrimas, no pudo obtener un cambio de decisión.
La mano del Señor los acompañaba y muchos creyeron y se convirtieron.
Fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior. Si no te arrepientes, vendré hacia ti y sacaré tu candelabro de su lugar preeminente.
Y el Señor se arrepintió del mal con que había amenazado a su pueblo.
Pablo les dijo: «Juan bautizaba con el bautismo de penitencia, diciendo al pueblo que creyera en el que vendría después de él, es decir, en Jesús».
Ellos mismos cuentan cómo ustedes me han recibido y cómo se convirtieron a Dios, abandonando los ídolos para servir al Dios vivo y verdadero.
Vayan y aprendan qué significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca! Que el malvado abandone su camino y el hombre perverso, sus pensamientos; que vuelva el Señor, y él le tendrá compasión, a nuestro Dios, que es generoso en perdonar.
Por eso, casa de Israel, yo los juzgaré a cada uno de ustedes según su conducta. Conviértanse y apártense de todas sus rebeldías, de manera que nada los haga caer en el pecado. Arrojen lejos de ustedes todas las rebeldías que han cometido contra mí y háganse un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué quieres morir, casa de Israel? Yo no deseo la muerte de nadie. Conviértanse, entonces, y vivirán.
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.
El que encubre sus delitos no prosperará, pero el que los confiesa y abandona, obtendrá misericordia.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él.
Les daré un corazón para que me conozcan a mí, que soy el Señor ; ellos serán mi Pueblo y yo seré su Dios, porque volverán a mí de todo corazón.
El que vive en Cristo es una nueva criatura: lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente.
El día de Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay alguien que es más que Jonás.
Por lo tanto, ¡tengan cuidado! Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo. Y si peca siete veces al día contra ti, y otras tantas vuelve a ti, diciendo: «Me arrepiento», perdónalo».
El Señor lo sostendrá en su lecho de dolor y le devolverá la salud.
Yo he disipado tus rebeldías como una nube y tus pecados como un nubarrón. ¡Vuelve hacia mí, porque yo te redimí!
El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. El me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el recto sendero, por amor de su Nombre. Aunque cruce por oscuras quebradas, no temeré ningún mal, porque tú estás conmigo: tu vara y tu bastón me infunden confianza. Tú preparas ante mí una mesa, frente a mis enemigos; unges con óleo mi cabeza y mi copa rebosa. Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor, por muy largo tiempo.
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia». Los primeros discípulos.
Entonces Jesús comenzó a recriminar a aquellas ciudades donde había realizado más milagros, porque no se habían convertido.
Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. Que los pecadores purifiquen sus manos; que se santifiquen los que tienen el corazón dividido.
El Señor herirá a Egipto, pero sólo para sanarlo. Ellos se volverán al Señor, y él los escuchará y los sanará.
Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. El los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego.
Hermanos míos, si uno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver, 20 sepan que el que hace volver a un pecador de su mal camino salvará su vida de la muerte y obtendrá el perdón de numerosos pecados.
Pero si el malvado se convierte de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, seguramente vivirá, y no morirá. Ninguna de las ofensas que haya cometido le será recordada: a causa de la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso deseo yo la muerte del pecador y no que se convierta de su mala conducta y viva?
No me arrojes lejos de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu.
Arrepiéntete, o iré en seguida para combatirlos con la espada de mi boca».
Si ustedes se convierten al Señor, sus hermanos y sus hijos serán tratados con misericordia y por aquellos que los han deportado, y podrán volver a esta tierra, porque el Señor, su Dios, es bondadoso y compasivo: él no apartará su rostro de ustedes si ustedes vuelven a él».
Guarda tu lengua del mal, y tus labios de palabras mentirosas.
Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: «No son los sanos que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan».
Samaría tendrá que expiar, porque se ha rebelado contra su Dios. Ellos caerán bajo la espada, su recién nacidos serán estrellados y abrirán el vientre de las embarazadas.
Ahora me regocijo, no porque ustedes se hayan puesto tristes, sino porque esa tristeza fue motivo de arrepentimiento. Ustedes, en efecto, han experimentado la tristeza que proviene de Dios, de manera que nosotros no les hemos hecho ningún daño. Esa tristeza produce un arrepentimiento que lleva a la salvación y no se debe lamentar; en cambio, la tristeza del mundo produce la muerte.
¡Vuélvenos hacia ti, Señor, y volveremos: renueva nuestros días como en los tiempos pasados!
Embota el corazón de este pueblo. endurece sus oídos y cierra sus ojos, no sea que vea con sus ojos y oiga con sus oídos, que su corazón comprenda y que se convierta y sane».
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera».
Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna.
Como preparación a su venida, Juan había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel.
Por eso, dejando a un lado la enseñanza elemental sobre Cristo, vayamos a lo más perfecto, sin volver otra vez sobre las verdades fundamentales, como el arrepentimiento por las obras que llevan a la muerte y la fe en Dios.
Recuerda cómo has recibido y escuchado la Palabra: consérvala fielmente y arrepiéntete. Porque si no vigilas, llegaré como un ladrón, y no sabrás a qué hora te sorprenderé.
Por eso, di a la casa de Israel: Así habla el Señor: Conviértanse, apártense de sus ídolos; aparten su rostro de todas sus abominaciones
Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Arrepiéntete de tu maldad y ora al Señor: quizá él te perdone este mal deseo de tu corazón.
Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don gratuito de Dios es la Vida eterna, en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Sí, yo confieso mi culpa y estoy lleno de pesar por mi pecado.
Tú diles, en cambio: «Juro por mi vida que yo no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta de su mala conducta y viva. Conviértanse, conviértanse de su conducta perversa! ¿Por qué quieren morir, casa de Israel?».
¿Qué te han parecido estos Versículos de Arrepentimiento que aparecen en la biblia? Recuerda que Dios, es un Dios de amor y perdón, si nos arrepentimos de corazón, él nos perdonará y dará su cobijo en todo momento. ¿Tienes algún otro versículo de Arrepentimiento para aportar a la comunidad? Deja tu mensaje en los comentarios.